martes, 10 de marzo de 2009
LIBROS EN VERSIÓN DIGITAL
VERSIONES DIGITALES
El caso de Paulo Coehlo es ejemplar. Exige a su editorial que sus libros estén disponibles en pantalla un mes antes que en las tiendas. No es un ebook, pero sí un documento que se puede descargar y leer en el ordenador. Está comprobado que si el lector llega hasta el 20% del contenido, termina comprando el título; y de eso saben las casas españolas, que llevan un par de años poniendo a disposición del usuario pdfs con uno o varios capítulos para enganchar. Lo que podría parecer un suicidio acaba siendo beneficioso para el bolsillo.
Sobre eso, sobre la ganancia, también tiene mucho que decir el libro digital. Si el formato papel deja en manos del autor entre el 7 y el 10% del beneficio, un motivo permanente de queja, los norteamericanos están negociando de media el 20-25% del digital. Es verdad que el precio de venta es hasta dos tercios más bajo (alrededor de diez dólares frente a los 29 en librerías) pero también que no existen costes de impresión, distribución y almacenaje y que de momento venden directamente las editoriales. Hay un autor, un agente, un editor y un proveedor del servicio (si no terminan confluyendo estos dos últimos en la misma empresa). Reducidos los intermediarios, el dinero se reparte entre menos. Lo que no cambiará será el marketing; en papel o en internet da lo mismo, es necesario. La diferencia es que la tecnología permite a las editoriales hacer uso de las redes sociales para dar promoción a sus libros. Así, usan los perfiles que cada usuario facilita a Facebook, por ejemplo, para comunicarles que aquello que dicen que les gusta está a la venta. No hay un envío masivo de información, sino muy segmentado, a la carta. Es lo que las editoriales estadounidenses llaman widgets.
Con el tiempo, de nuevo, existe la posibilidad de seguir vendiendo incluso cuando el libro ya ha desaparecido de la vista en la calle. En la red, es permanentemente visible, hay un goteo continuo de compra, el boca a oreja sigue su curso y existe la posibilidad de imprimir bajo demanda (un recurso ya utilizado hoy en día por algunos escritores que no encuentran editor).
Dice Celaya que todo esto provocará una vuelta al modelo del siglo XIX, aquel en el que el librero era el impresor, y al revés. El siglo XX ha sido el de los intermediarios. El XXI, el de la venta a través del sitio web, la aglutinación de las figuras que interviene en el mundo del libro y la especialización de los libreros, estén o no físicamente disponibles para el público
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9 comentarios:
Pero si no hay nada más lindo , al menos para mi , que subrayar y re subrayar una idea de esas que nos impacta y volver a la página de papel , todas las veces que uno quiera con lápiz en mano .
Nos seguimos leyendo .Un beso
Ya te dijimos Javi y yo que éste era el futuro de las editoriales. Aunque no creo que esta manera de publicar acabe con los libros como objeto, esos me parece que son idestructibles a pesar de su aparente fragilidad. Esto sirve para que una editorial no se gaste el dinero a lo tonto en miles de ejemplares que no se venden. En el futuro sólo se imprimirán los libros que se pidan por correo electrónico (o algo así).
Hay que adaptarse al mundo y a las nuevas tecnologías.`
Pero donde se ponga un libro palpable.
Que te lo puedas llevar a la mesita de noche...
Como eso nada de nada.
Hay escritores que ya no necesitan ni publicidad.
Un beso
El libro digital está muy bien porque facilita el encontrar un texto. Pero la figura del librero es extrañable, esa persona que lo sabe todo sobre los libros...yo siempre voy a la misma librería y el librero es amigo mío, me llevo varias horas cada vez que voy y es fantástico estar allí hablando rodeada de libros y tomando una cerveza.
Yo necesito tener el libro que voy a leer en mis manos, sentir la brisa de cada movimiento de página. Oler el papel, la tinta... Creo que no podría leerme un libro entero en pantalla, me quedo con el libro. Aunque entiendo que es un buen invento, y que es más "ecológico" no sé hasta que punto. Buen post Francisco, muy instructivo.
Un beso grande, grande...!
Perdona Lunaazul! ¿Y dónde dices que está esa librería donde hay libros y cerveza? Me apunto...
Un beso!
La verdad es que eso de hablar de libros con el aroma del zumo de cebada rezumando... suena de lo más tentador.
Digo lo mismo que María Jesús. Una librería así es una joya... danos la dirección...
Para Leni Los que escribimos, sabemos que áunque la gente "no lea", muchos y muchas nos tienen en sus mesillas de noche
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