Hace unos días, uno programas mejor dicho, invitamos a los estudios a una persona muy especial. Se trata de Esther Jimenez Leyva, afectada por una de esas enfermedades a las que llamamos enfermedades "raras". Estuvo simpática, y lo pasamos muy bien, haciendo el programa con ella, pero el domingo pasado, así sin más, se ha ido para siempre. Aquí han quedado las grabaciones que hicimos en directo. Es un poco espeluznante escucharla, pero muy real. La vida es así.
Esta es la carta que he enviado a la asociación de epidermolisis:
Esta es la carta que he enviado a la asociación de epidermolisis:
EL SILENCIO NO ES NADA
Mi nombre es Francisco y soy escritor. Como muchos otros escritores, me veo obligado para poder vivir y pagar mis gastos, como una vez le escuché decir a Fernando Iwasaki, y no acabar “preso”, a trabajar en otra cosa. Lo que ocurre es que, en mi caso, “la otra cosa”, tengo la suerte de que es una profesión maravillosa. También soy enfermero, practicante, DUE, o como ustedes quieran llamarme. Trabajo en un Centro de Salud de Madrid, y me dedico a la Atención Primaria desde hace algunos años.
A lo largo de mi vida profesional, tanto de escritor como de Enfermero, me he hecho siempre muchas preguntas de difícil respuesta. Y en esta carta quiero intentar contestar a la más complicada de todas. Me pregunto ¿Qué es el amor, la amistad o el cariño? Una pregunta muy compleja, de difícil solución. Pero yo, gracias a una paciente a la que he tenido la suerte de tratar, he encontrado una posible solución. que puede satisfacer de una vez para siempre esa duda.
Estuve tratando de su enfermedad a Esther Jiménez, una chica de 19 años. Se trata de la Epidermolisis, una dolencia de las llamadas raras por la poca incidencia que tiene en la población, y también rara por lo cruel que puede llegar a ser. Las curas, largas y penosas para mi, sobre todo lo eran para ella, que las sufría en su piel a diario. Pero Esther supo despertar en mi la curiosidad, ya que nadie se hubiera podido imaginar que una paciente así, tuviera el buen carácter, o el buen humor que ella tenía. Con ella fue muy fácil confirmar que uno siempre encuentra en el otro la propia realización.
Pronto sentí necesidad de atender a Esther, y muchos días estaba deseando que llegase la hora de ir a su casa, porque siempre que iba a curarla, salía de allí con buen humor, y con la satisfacción de haberme reído durante casi dos horas con ella. Reírse no es tarea fácil en los tiempos que corren. Todo el mundo está serio y con mala cara, pero ella, me demostraba siempre que su inteligencia era excepcional, porque era capaz de ser feliz y transmitirlo, a pesar del aparente drama de su vida. Y digo aparente, porque me he dado cuenta de que ser feliz no tiene que ver absolutamente con nada que sea palpable. La felicidad no está, como se suele decir, a flor de piel, y mucho menos en el caso de Esther. La felicidad está dentro de nuestra cabeza y no en ningún otro lugar. Yo no sé si ella era feliz, pero era lo que me transmitía.
Hace unos días Esther se ha ido para siempre sin más explicaciones. Nunca más la volveré a ver, y aunque pase por la puerta de su casa y la recuerde, no podré ya escuchar ni su voz ni sus palabras. Ya no habrá más dosis de su fina ironía, ni de su risa, ni de las historias contadas con tanta gracia, que me dejaban pensando en ellas toda la tarde. Ya no hay nada. Sólo me ha quedado de ella su tremenda lección. He aprendido que mi obligación en esta vida, la única obligación que tengo para mi, y para la gente que me rodea, es la de ser feliz. Y de paso, me he dado cuenta de que esas palabras: “amor, amistad, cariño...”, esas palabras tan complicadas de definir, ahora han adquirido una nueva referencia y un nuevo sentido para mi.
¿Qué es el cariño, qué es la amistad? Pues muy sencillo El cariño no es otra cosa que el vacío que te queda en lo más hondo de tu corazón, después de que alguien al que no sabías que querías porque no te dabas ni cuenta, se vaya para siempre de tu lado. Ese vacío, es el espacio que ocupaba dentro de mi Esther. Y no hay nada más.
Sé que poco a poco iré olvidándola porque soy humano. Se me olvidará su voz, y hasta su imagen se me irá haciendo cada vez más borrosa en la memoria, pero su vacío, ese no me lo quitará nadie. Y como soy humano, y tenemos los humanos una innata tendencia a la coherencia, voy a seguir tratando de ser feliz como ella me enseñó.
En fin Esther, nunca más te volveré a ver, pero existe una rueda inmensa, que se llama eternidad, y todos estamos dentro de esa rueda. Ahora siento ese vacío, ese silencio que tantos han descrito antes que yo. Al fin y al cabo pura debilidad, aunque me consuela saber que en música y en literatura, y también, porque no, en la vida misma, el silencio no es nada, sino que es mucho más.
Te deseo lo mejor; siempre te lo deseé, y tengo la impresión de que tu también querías lo mejor para mi.
Hasta siempre Esther y muchas gracias por haberte cruzado en mi vida.
Francisco Legaz Nieto
Mi nombre es Francisco y soy escritor. Como muchos otros escritores, me veo obligado para poder vivir y pagar mis gastos, como una vez le escuché decir a Fernando Iwasaki, y no acabar “preso”, a trabajar en otra cosa. Lo que ocurre es que, en mi caso, “la otra cosa”, tengo la suerte de que es una profesión maravillosa. También soy enfermero, practicante, DUE, o como ustedes quieran llamarme. Trabajo en un Centro de Salud de Madrid, y me dedico a la Atención Primaria desde hace algunos años.
A lo largo de mi vida profesional, tanto de escritor como de Enfermero, me he hecho siempre muchas preguntas de difícil respuesta. Y en esta carta quiero intentar contestar a la más complicada de todas. Me pregunto ¿Qué es el amor, la amistad o el cariño? Una pregunta muy compleja, de difícil solución. Pero yo, gracias a una paciente a la que he tenido la suerte de tratar, he encontrado una posible solución. que puede satisfacer de una vez para siempre esa duda.
Estuve tratando de su enfermedad a Esther Jiménez, una chica de 19 años. Se trata de la Epidermolisis, una dolencia de las llamadas raras por la poca incidencia que tiene en la población, y también rara por lo cruel que puede llegar a ser. Las curas, largas y penosas para mi, sobre todo lo eran para ella, que las sufría en su piel a diario. Pero Esther supo despertar en mi la curiosidad, ya que nadie se hubiera podido imaginar que una paciente así, tuviera el buen carácter, o el buen humor que ella tenía. Con ella fue muy fácil confirmar que uno siempre encuentra en el otro la propia realización.
Pronto sentí necesidad de atender a Esther, y muchos días estaba deseando que llegase la hora de ir a su casa, porque siempre que iba a curarla, salía de allí con buen humor, y con la satisfacción de haberme reído durante casi dos horas con ella. Reírse no es tarea fácil en los tiempos que corren. Todo el mundo está serio y con mala cara, pero ella, me demostraba siempre que su inteligencia era excepcional, porque era capaz de ser feliz y transmitirlo, a pesar del aparente drama de su vida. Y digo aparente, porque me he dado cuenta de que ser feliz no tiene que ver absolutamente con nada que sea palpable. La felicidad no está, como se suele decir, a flor de piel, y mucho menos en el caso de Esther. La felicidad está dentro de nuestra cabeza y no en ningún otro lugar. Yo no sé si ella era feliz, pero era lo que me transmitía.
Hace unos días Esther se ha ido para siempre sin más explicaciones. Nunca más la volveré a ver, y aunque pase por la puerta de su casa y la recuerde, no podré ya escuchar ni su voz ni sus palabras. Ya no habrá más dosis de su fina ironía, ni de su risa, ni de las historias contadas con tanta gracia, que me dejaban pensando en ellas toda la tarde. Ya no hay nada. Sólo me ha quedado de ella su tremenda lección. He aprendido que mi obligación en esta vida, la única obligación que tengo para mi, y para la gente que me rodea, es la de ser feliz. Y de paso, me he dado cuenta de que esas palabras: “amor, amistad, cariño...”, esas palabras tan complicadas de definir, ahora han adquirido una nueva referencia y un nuevo sentido para mi.
¿Qué es el cariño, qué es la amistad? Pues muy sencillo El cariño no es otra cosa que el vacío que te queda en lo más hondo de tu corazón, después de que alguien al que no sabías que querías porque no te dabas ni cuenta, se vaya para siempre de tu lado. Ese vacío, es el espacio que ocupaba dentro de mi Esther. Y no hay nada más.
Sé que poco a poco iré olvidándola porque soy humano. Se me olvidará su voz, y hasta su imagen se me irá haciendo cada vez más borrosa en la memoria, pero su vacío, ese no me lo quitará nadie. Y como soy humano, y tenemos los humanos una innata tendencia a la coherencia, voy a seguir tratando de ser feliz como ella me enseñó.
En fin Esther, nunca más te volveré a ver, pero existe una rueda inmensa, que se llama eternidad, y todos estamos dentro de esa rueda. Ahora siento ese vacío, ese silencio que tantos han descrito antes que yo. Al fin y al cabo pura debilidad, aunque me consuela saber que en música y en literatura, y también, porque no, en la vida misma, el silencio no es nada, sino que es mucho más.
Te deseo lo mejor; siempre te lo deseé, y tengo la impresión de que tu también querías lo mejor para mi.
Hasta siempre Esther y muchas gracias por haberte cruzado en mi vida.
Francisco Legaz Nieto
Si queréis escucharla a ella y al poeta que le dedicó un poema, lo mejor es pinchar en todos estos enlaces.
7 comentarios:
impresionante la carta y la voz , un beso
Querido Francisco:
He estado leyendo la historia vivida con Ester y me ha conmovido. Sin duda, experiencias como esta te enseñan lo importante que es decir a nuestros seres queridos cuánto les queremos, saber reconocer abiertamente este sentimiento y no tener miedo a abrir nuestro corazón a aquellos que realmente lo merecen y que albergan en su interior valores y virtudes que van a enriquecernos y a aportarnos nuevos puntos de vista. Yo por eso, cada día le digo a mi pareja cuánto le quiero, esa persona maravillosa que tantos poemas de amor me ha inspirado. Además, cuando he tenido la fortuna de tener buenos y nobles compañeros de trabajo, les he agradecido que el hecho de ser de este modo.
Francisco, hay personas que son una auténtica bendición para nosotros y eso, hoy en día, en medio de tanta falsedad, hipocresía e intereses creados, cobra un matiz especial. Es como si esas personas fueran un regalo para nosotros.
Sin duda, Ester lo fue para tí y quisiera agradecerte el hecho de haber compartido esa entrañable, tierna y hermosa historia con todos nosotros pues son hechos como estos, los que nos demuestran el preciado y valioso valor que pueden llegar a adquirir nuestras vidas. De hecho, son vivencias que las llenan de humanidad.
Resulta admirable todas las tareas que llevas a cabo pero tal y como dices, te encantan y eso es precisamente la felicidad: hacer aquello que nos gusta y que nos hace sentirnos bien. Sigo escuchando tu programa. Besos
PARA TI…
… te envío una rosa roja,
aunque sé que estás dormida
porque escuché tus palabras…
porque ya no tuve tiempo
de entender lo que decías
mientras tu piel te asfixiaba…
… te envío una rosa roja
aun sin saber que existías
porque arañaste mi calma,
porque tu inmensa dulzura
se coló por la rejilla
de nuestra eterna esperanza…
..Te envío una rosa roja
con esencia de alegría
de la que a ti te impregnaba,
…Te envío una rosa roja,
con las gotas del rocío
que hoy empaña nuestras almas
…
Lo siento infinito,
sólo se expresarme con poesía,
desde aquí un abrazo...
Un beso Francisco...es conmovedor...
Escuché en su día la entrevista que hiciste y a José Miguel Molero dedicando un poema a una joven de 19 años "apresada" en casa por una enfermedad rara... en fin, qué se puede decir ante esto, nada. Sólo que seguro que Esther, esté donde esté, ya no sufrirá de esa extraña enfermedad y será capaz de disfrutar de una nueva vida.
Como dice Francisco, hasta siempre Esther. Un placer haberte escuchado.
Maravilloso. Estoy contigo en cada palabra que has escrito y lo siento, de verdad que lo siento.
Un gran beso para ti para Esther, en el recuerdo.
Una noticia triste. Espero que esté bien y que tú Francisco lo lleves de la mejor manera posible.
Que bella historia, ella vive en ti todavia y tu no la compartes, que hermoso.
Un abrazo
Publicar un comentario